miércoles, 11 de marzo de 2015

ASÍ VIERON NUESTRA ESTACIÓN DE PENITENCIA (PARTE 14ª)

JERUSALÉN, JERUSALÉN,
CONVIÉRTETE A DIOS, TU SEÑOR
 
 
Javier Sepúlveda nos contempla con el detenimiento de un pintor de lienzo que tradujera, sobre la cuadratura de perspectivas tendida sobre su bastidor, las líneas de fuga y profundidad que han de quedar plasmadas para llamar a la oración a través del arte.
 
Las calles de Andújar le sirven de barandal de ese puente al que el cofrade se aferra para cruzar el tiempo de espera hasta su vuelta al cielo terreno.

 
 
Diálogos de calles y andares, donde una fotografía insinúa el movimiento compensado de una cuadrilla que brinda movimiento al Catecismo tallado. ¡DIOS CAMINA POR ANDÚJAR!... y Javier Sepúlveda es testigo de ello, permitiéndonos a quienes caminamos junto a Cristo, encerrados en el anonimato del antifaz y el faldón, recuperar aquella esencia que Jesús y su bendita Madre quisieron regalar al pueblo de Andújar a través de nuestra Estación de Penitencia.

 
¡Esa es la perfecta simetría tan difícil de explicar a quienes no viven este encuentro con la penitencia, con la memoria, con la necesidad de detener el tiempo, organizar los pensamientos, canalizar el futuro, recuperar lo que fuimos, liberarnos que aquello que lastra nuestro caminar!
 
Javier Sepúlveda se detiene a examinar estas vidas que procesionan y resume, a manera de tesis, el significado de nuestras vidas en un reportaje fotográfico que capta la huella dejada, el arte reunido, la belleza de la Virgen María, el consolador abrazo del Apóstol Juan, el caminar valiente de Hijo de Dios.

 
Y Andújar y su silueta y su historia que le deben a maese Javier haber retratado aquello que aún pervive como seña de identidad de la ciudad, castigada por el olvido, por las "modernuras" irreverentes, por las falsas apariencias, por la cruel inquina.
 
Javier, muchísimas gracias por estar junto a nosotros durante nuestra Estación de Penitencia, por robarle tiempo a tu familia, por caminar, como notario fiel de cuanto acontece en la Magna Noche del Domingo de Ramos, e ir dando cuenta de lo que Vera-Cruz fue, es y será por los siglos de los siglos.
 
¡Nunca sabremos pagarte esta presencia, esta cercanía, tanto arte como guardas en tus anaqueles!
 
Que Dios te guarde y la Virgen María interceda para que tu vida y la de tu familia sean plenas.
 
¡Gracias, hermano!





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